La alienación parental es un proceso que consiste en programar un hijo para que odie a uno de sus padres sin que tenga justificación. Cuando el síndrome se presenta, el hijo da su propia contribución en la campaña de denigración del padre alienado.
¿Quiénes son los actores?
El actor principal de este síndrome son el progenitor alienador, quien es a menudo una persona sobre-protectora. Puede ser cegado por su rabia o puede animarse por un espíritu de venganza, provocado por celos o por la cólera.
Se ve como víctima, tratado injustamente y cruelmente por el otro progenitor, el progenitor alienado, del cual se quiere vengar haciéndole creer a los hijos que el otro tiene toda la culpa.
En familias que presentan disfuncionamientos, el fenómeno implica varias generaciones. El progenitor alienador tiene el sostén de los miembros de su familiay/o su nueva pareja, lo cual apoya su sentimiento de tener razón.
Se lleva al hijo a odiar y a rechazar a un padre que le quiere y al cual necesita.
El lazo entre el hijo y el progenitor alienado será irremediablemente destruido, no se puede reconstruir el lazo entre el hijo y el progenitor alienado, si ha habido un vacío de unos años.
El progenitor alienado llega a ser un forastero para los hijos. El modelo principal de los hijos será el progenitor patológico, mal adaptado y teniendo un disfuncionamiento.Muchos de esos niños desarrollan trastornos psiquiátricos serios.
Inducir un síndrome de alienación parental a un hijo es una forma de maltrato.
El Síndrome de Alienación Parental puede inducir en los hijos víctimas una depresión crónica, una incapacidad de funcionar en un ambiente psicosocial normal, trastornos de identidad y de imagen, desesperación, un sentimiento incontrolable de culpabilidad, un sentimiento de aislamiento, comportamientos de hostilidad, falta de organización, personalidad esquizofrénica y a veces el suicidio. Estudios han mostrado que, en cuanto sean adultas las víctimas de tal alienación, tienen inclinación al alcohol y a las drogas, y presentan otros síntomas de un profundo malestar.
El sentimiento incontrolable de culpabilidad surge del hecho que el hijo, una vez adulto, siente que ha sido cómplice, a pesar de él, de una gran injusticia infligida al progenitor alienado.
Lo que deben hacer nuestros Tribunales de Familia
Si el proceso se identifica (aun cuando el mismo no haya dado frutos todavía), debe ser visto por los profesionales como una violación directa e intencionada de una de las obligaciones más fundamentales de un progenitor: la promoción y el estímulo de una relación positiva y armoniosa entre el hijo y su otro progenitor.
El progenitor que anima a sus hijos a ignorar los derechos de visita, debe ser castigado en el más breve plazo por el tribunal para llamarlo al orden.
No se puede admitir que un progenitor estable y capaz sea privado del derecho de jugar su papel parental.
Sin la amenaza de multas severas, de estancia en la cárcel o de perder totalmente la tenencia, el progenitor alienador tendrá pocos motivos para cambiar
Se puede curar a los hijos con la terapia apropiada, solamente a condición que la acción venenosa del progenitor alienador sea neutralizada.
Errores que deben evitarse y que son FRECUENTES en nuestros Tribunales de Familia
1) Tener en cuenta únicamente la opinión de los hijos. Los hijos observados parecen funcionar bien en la escuela. Su vida social parece normal y, a primera vista, no presentan una psicopatología particular. Sin embargo, todos, en diversos grados, piden la cesación de los contactos con el otro progenitor. Es entonces cuando se dispone que, por el interés del hijo, terminen las visitas por ser “traumatizantes… no se debe obligar al hijo…” ¡Y de repente se trataría del interés del hijo, de sus derechos y de su necesidad de tener nada más que un sólo progenitor!
2) Ordenar que ambos padres decidan juntos el bienestar de los hijos. Eso es ignorar la amplitud del problema. Por un lado hay que dejar de creer en la buena voluntad del alienador, por otro lado hay que parar su acción nefasta utilizando el poder que tiene la sociedad, es decir recurriendo a la “función tercera”
3) Ordenar una terapia familiar tradicional. Ordenar una terapia tradicional no tiene efecto. Los padres que inducen un síndrome de alienación parental no son candidatos a una terapia. Un candidato tiene que ser consciente del hecho que tiene un problema psicológico y tiene que querer curarse. Por lo que se refiere a los hijos, aun con una sesión de terapia diaria, el resto del tiempo sería utilizado para continuar adoctrinándolos. Se puede comparar un progenitor alienador con un gurú de una secta. Para que una desprogramación tenga éxito, el hijo debe ser separado de todo contacto con el autor del adoctrinamiento. Finalmente, ordenar una terapia tradicional da al progenitor alienador una ventaja, ya que el tiempo juega en su favor.
El progenitor alienador no respecta las reglas y no tiene costumbre de obedecer las sentencias de los tribunales. Presume que todo le es debido y que las reglas son para los otros.
El progenitor alienador es a veces sociópata y sin consciencia moral. Es incapaz de ver la situación desde otro ángulo que no sea el suyo, especialmente desde el punto de vista de los hijos. No distingue la diferencia entre decir la verdad y mentir. El progenitor alienador es muy convincente en su desamparo y en sus descripciones. Muy a menudo la gente implicada llega a creerle (policía, asistentes sociales, abogados y los mismos psicólogos)
Criterios de Identificación
Examinando 700 casos de separaciones conflictivas durante los 12 últimos años, se han observado la presencia de 4 criterios, que permiten de manera razonable predecir que el proceso de alienación está en curso
a) Obstrucción a todo contacto
La razón más invocada es el hecho que el otro progenitor no es capaz de ocuparse de los hijos y que estos no se sienten bien cuando vuelven de la visita. La última razón es la acusación de abuso (ver el criterio siguiente). Otro argumento es el hecho de que el ver al otro progenitor no sea conveniente para los hijos y que estos necesitan un tiempo para adaptarse.
El mensaje dirigido a los hijos es que el otro progenitor no es más un miembro clave de la familia y que se ha relegado a un estatuto de conocido fastidioso y que es una faena ir a verlo.
Tal presentación de las cosas erosiona seriamente la relación entre los hijos y el progenitor ausente. Además que en este contexto el menor cambio de planes de las visitas es pretexto para anularlo. El objetivo es el excluir al otro progenitor de la vida de los hijos.
El progenitor alienador se pone erróneamente como protector del hijo, violando el principio que cada uno de los padres debe favorecer el desarrollo positivo de la relación entre los hijos y el otro progenitor.
b) Denuncias falsas de abuso
El abuso más grave que se invoca es el abuso sexual. Ocurre en la mitad de los casos de separación problemática, especialmente si los hijos son chicos y más manejables. Las acusaciones de otras formas de abuso – las que dejan huellas visibles – son menos frecuentes.
El abuso invocado más a menudo es el abuso emocional. Un progenitor acusa al otro por ejemplo de enviar a los hijos a dormir demasiado tarde. En realidad, las diferencias de juicio moral o de opinión entre los padres, son cualificadas por el uno como abusivas del otro. Un progenitor puedo promover en un hijo la realización de actos, los cuales sabe que el otro progenitor va a reprobar, de este modo, puede acusarlo de abuso emocional.
El progenitor alienador utiliza las diferencias entre los padres como faltas del otro progenitor, en vez de presentarlas como fuentes de riqueza. El clima emocional que se crea es claramente alienador para el hijo.
c). Deterioro de la relación desde la separación
Es el criterio más decisivo.
s importante que el examen de la relación antes de la separación sea hecho con mucha minuciosidad. Es corriente que el experto designado se conforme con la descripción que los hijos dan de la situación actual, sin intentar indagar como era la relación antes de separarse.
d) Reacción de miedo por parte de los hijos
El hijo puede mostrar reacciones evidentes, de miedo, desagrado o de estar en desacuerdo con el progenitor alienador. El mensaje de este es claro: hay que elegirme “a mi”. Si el hijo desobedece a esta directiva, especialmente expresando una aprobación hacia el progenitor ausente, el hijo aprenderá pronto a pagar el precio.
Es corriente que el progenitor alienador amenace al hijo con abandonarlo o mandarlo a vivir con el otro progenitor.
El hijo es puesto en una situación de dependencia y está sometido regularmente a tests de lealtad.
Este procedimiento actúa sobre la emoción más fundamental del ser humano: el miedo de ser abandonado.
El hijo se ve obligado de escoger entre sus padres, lo que está en total oposición con el desarrollo armonioso de su bienestar emocional.
En estas circunstancias, el hijo desarrolla una asiduidad particular de no defraudar al progenitor alienador. Este puede hasta permitirse el dar la impresión de ser sorprendido por la actitud de sus hijos, cuando manifiestan una posición hacia el progenitor ausente.
Para sobrevivir, estos hijos aprenden a manipular. Se hacen expertos prematuros para descifrar el ambiente emocional, para decir nada más que una parte de la verdad y, al fín y al cabo, para enredarse en las mentiras y expresar emociones falsas.
Los tres estadios de la enfermedad del hijo
Estadio I – ligero
En este estadio, las visitas pasan en general de manera calma, con un poco de dificultades en el momento del cambio de progenitor. En cuanto el hijo está con el progenitor alienado, las manifestaciones de la campaña de denigración desaparecen o se hacen discretas y raras. La motivación principal del hijo es conservar un lazo sólido con el progenitor alienador (GARDNER3, §20)
Estadio II – medio
El progenitor alienador utiliza una gran variedad de tácticas para excluir al otro progenitor. En el momento de cambio de progenitor, los hijos, que saben lo que el progenitor alienador quiere escuchar, intensifican su campaña de denigración. Los argumentos utilizados son más numerosos, más frívolos y más absurdos. El progenitor alienado es completamente malo y el otro completamente bueno. A pesar de eso, aceptan irse con el progenitor alienado y, una vez totalmente aislados del progenitor alienador, se ponen más cooperativos.
Estadio III – grave o crítico
Los hijos están en general perturbados y a menudo fanáticos. Tienen los mismos fantasmas paranoicos que el progenitor alienador hacia el otro progenitor. Pueden entrar en pánico por la sola idea de tener que visitar al otro progenitor. Sus gritos, su estado de pánico y sus explosiones de violencia pueden ser tales que visitar al otro progenitor llega a ser imposible. Si a pesar de eso se van con el progenitor alienado, pueden huir, paralizarse por un miedo mórbido, o adoptar una actitud continua tan provocadora y destructora, que llega a ser necesario llevarlos de vuelta con el otro progenitor.
Aun separándolos del universo del progenitor alienador durante un periodo significativo, es imposible reducir su miedo y su cólera. Todos estos síntomas refuerzan aún más el lazo patológico que tienen con el progenitor alienador.
1) Los recuerdos del hijo
El hijo abusado recuerda muy bien lo que le ha pasado. Una palabra basta para activar un raudal de informaciones detalladas.
El hijo programado no ha vivido realmente lo que el progenitor alienador afirma. Necesita ayuda para “recordar” los acontecimientos. Además sus escenarios son menos creíbles. Cuando se interrogan separadamente, los hijos dan a menudo versiones diferentes. Cuando se interrogan juntos, se echan miradas cómplices entre ellos, cosa que no ocurre con los hijos víctimas de abuso real.
2) La lucidez del progenitor
El progenitor de un hijo abusado se da cuenta de los efectos desastrosos que trae la destrucción progresiva del lazo entre los hijos y el otro progenitor, y hará todo para reducir los abusos y salvar la relación con el progenitor que abusa (o descuida) del hijo.
¡Es por esta razón que en Chile nació Amor de Papá.org!
Tratar la enfermedad en el estadio III (grave)
La única salvación para el hijo es el cambio de tenencia. El carácter definitivo de esta medida depende del comportamiento del progenitor alienador. Esta medida debe ser acompañada con un tratamiento psicológico que se complica aún más porque el hijo no quiere cooperar
Esta falta de cooperación parece volver imposible el cambio de tenencia y la creencia muy arraigada de que es mejor no separar a un hijo de su madre (en el caso de que ella sea el progenitor alienador) sin importar el grado de locura, explica la reticencia de los tribunales para tomar una medida como esta, pero que sin lugar a dudas es la única solución para el Síndrome de Alienación Parental en grado grave o crítico.
El objetivo es darle al hijo la posibilidad de vivir la experiencia del hecho que el progenitor alienado no es la persona peligrosa o innoble que le han descrito tanto el progenitor alienador, como su pareja y entorno familiar.
Fase 1
El hijo vive con el progenitor alienado. Todo contacto con el progenitor alienador está prohibido y el menor intento se castiga severamente (obligaciones, encarcelamiento, hospitalización…).
Fase 2
El progenitor alienador vuelve gradualmente a tener contacto telefónico vigilado con el hijo, a condición de que controle su obsesión por manipular al hijo.
Fase 3
El progenitor alienador visita bajo vigilancia al hijo en casa del progenitor alienado, a condición de que controle su animosidad hacia el progenitor alienado.
Fase 4
En cuanto todo riesgo de reprogramación haya desaparecido, se pueden intentar visitas breves y controladas del hijo en la casa del progenitor alienador.
Estos son las características de los papás que han tenido éxito y que son respaldados por Amor de Papá.org
1) Han seguido cursos para ser padres superiores a la media
2) Eran atemperados y controlaban sus emociones
3) No han abandonado nunca la lucha, a pesar de las ganas y del desanimo
4) Querían (y eran capaces de) encargarse de los gastos necesarios
5) Tenían un abogado que conocía el SAP y se habían puesto al corriente de las leyes y del funcionamiento de los tribunales
6) Han pedido un estudio experto medicolegal, que ha diagnosticado el SAP y ha recomendado el cambio de tenencia
7) Tenían un plan de acción para la educación de los hijos y han mostrado que eran racionales y razonables
8) Han buscado la paz y las soluciones antes que la confrontación, apiadándose del mal que se ha hecho
9) Han guardado un diario de lo sucedido, útil para convencer el tribunal
10) Han respetado siempre los derechos de visita a pesar de que los hijos no se presentaran, de manera de ser capaces de demostrar que lo han intentado, contrariamente a lo que el otro dice.
11) Durante las visitas de los hijos, no han pensado más que en divertirse, y no les han enseñado nunca jamás las sentencias u otros documentos sensibles
12) Han respetado siempre la ley al pie de la letra (han pagado siempre la cuota alimentaria p.e.)
13) Era siempre gente decente, tenían principios y amaban a sus hijos.
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